Descripción
Una vez asimilada, la cultura del Renacimiento encontró en nuestro país un campo abonado para su desarrollo. Pintores, escultores y arquitectos locales y foráneos se entregaron durante el siglo XVI a una actividad febril, edificando incontables templos y palacios y vistiendo los edificios con nuevas pinturas y retablos. Desde mediados de siglo, esta actividad se vio condicionada por los conflictos religiosos y la Contrarreforma y por un creciente control regio de las grandes empresas artísticas.
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